16 de marzo de 2011

Microrrelato ganador de la medalla de plata

Héroes Anónimos, por Eduardo Enjuto (dso)


Escondido en un almacén abandonado, intentando curar su herida, el hombre maldecía su mala suerte mientras el encapuchado se acercaba.

—Me has encontrado —dijo—. Muy hábil. ¿Te ayudó el rastro de sangre?
—No te burles, Víctor —respondió el hombre del pasamontañas—, no estás en posición. Te pedí que te entregaras y que dejaras de tomarte la justicia por tu mano. Al final te has tenido que enfrentar a la policía.

Víctor sonrió. No era la primera vez que tenían esa conversación, pero bien podía ser la última. Valoró sus opciones. Eran pocas.

—Tú también ejerces de juez, encapuchado, aunque no te atrevas a dar la cara —dijo.
—Yo no soy un asesino.
—También tienes las manos manchadas de sangre, por eso estás hablando conmigo y no denunciándome. Ahora, si no vas a ayudarme o a entregarme, te agradecería que me dejaras solo.

El encapuchado dudó unos instantes. Su sentido del deber le decía que debía entregarlo a la justicia, pero se encontraba cansado, muy cansado. De enfrentarse a los mismos delincuentes un día tras otro, de comprobar que el sistema no funcionaba, de sentir que sus esfuerzos, en el fondo, no cambiaban nada. Víctor hacía lo mismo que él, pero sus métodos eran demasiado crueles, llamaban demasiado la atención, y había terminado convirtiéndose en un objetivo.

Decidió darse la vuelta y se alejó con paso rápido. No pensaba ayudarle, pero tampoco informaría de su paradero. Quizá algún día, sólo quizá, podían terminar ayudándose el uno al otro.

2 comentarios:

dso dijo...

fe-li-ci-da-des a los campeones.

y la próxima vez que yo participe en un concurso, a ver si os dedicáis a cosas más productivas, como sacarle brillo al teclado o alimentar al ratón.

gracias.

:-)

Mako dijo...

Yo me pondré a escribir la lista de la compra xDDDD

Por cierto que a mi me gusta tu micro =D Sobre todo la reflexión del encapuchado (poli)