17 de enero de 2008

Martes 5 de junio de 2007, 14:06h

Me he levantado hace un rato. He dormido fatal.
Mi relación con Sara ha dado un paso de gigante hacia atrás. Después de hablarlo ayer noche hasta las tantas “decidimos” que nos tomaremos la relación con más calma, y que nos veremos cuando podamos. En realidad fue ella la que tomó la decisión, y a mi no me quedó otra que aceptarla. Quizás sea lo mejor, aunque no para mí.
Cuando salí del piso de Sara, de camino al centro para coger el Nit Bus, llamé a Rafa. Había decidido volverme a casa. No estaba de humor para pasarme la noche merodeando por Barcelona. Cuando cogió el móvil se cagó en mis muertos por despertarlo a aquellas horas. Tenía que levantarse tres horas más tarde para ir al trabajo.
-Creo que Sara me ha dejado –dije con un hilo de voz cuando se hubo calmado un poco.
-¡¿Qué dices?!
-Lo que oyes, tío. Me temo que vuelvo a pertenecer al selecto club de solteros de más de treinta años –contesté con acritud.
-¿Estás seguro? Cuéntame qué ha pasado.
Y se lo conté. No es que no supiera por donde iban los tiros, y que no me hubiera advertido sobre lo de dejar plantada a la chica con la que llevas poco tiempo saliendo, por comprensiva que fuera. Me había aconsejado varias veces que me lo tomara todo con más calma, sobretodo lo de ir por ahí haciendo de salvador. Que me tenía que tomar días libres, que no podía salvar a todo el mundo. Lo peor es que cuando hablábamos le daba la razón, lo comprendía, pero la realidad es que no puedo seguir con lo que sea que esté haciendo, sabiendo que alguien puede estar sufriendo por no prestarle mi ayuda.
-Creo que es lo mejor, sinceramente –dijo Rafa cuando terminé -. Por mucho que duela, ahora mismo es mejor que cada uno siga con lo suyo. Ella no sufrirá ni se sentirá abandonada cada vez que desapareces, y tú podrás seguir cazando a los malos, tu prioridad ahora mismo. De todas formas, no ha dicho que se haya acabado. Os vereis cuando a los dos os vaya bien, y quizás con el tiempo, cuando tengas todo un poco más por la mano, podais reemprender la relación allí donde la dejasteis.
Seguimos charlando todo el trayecto hasta mi piso. Sus palabras me habían tranquilizado, y hacía días que no nos veíamos y aprovechamos para ponernos al corriente de todo. Cuando nos despedimos se volvió a cagar en mis muertos. Solo le quedaba una hora de sueño.

No hay comentarios: