11 de abril de 2007

Comienza la caza

Ya lo tengo todo listo para ésta noche. ¡Qué nervios! ¿Se sentiría Batman así la primera noche que salió a cazar criminales por Gotham City?

Rafa me ha advertido: desde que tuvo lugar la segunda agresión la policía ha reforzado la vigilancia en el pueblo y varios coches patrulla recorren las calles desde que se pone el sol hasta las dos de la madrugada aproximadamente, el intervalo de tiempo en que actuó el criminal en todas las ocasiones. No me ayudará que me cojan paseando a altas horas de la noche, pero de todas formas voy a salir. Por ahora no tienen nada contra mí, y hasta dónde yo sé no se ha declarado ningún toque de queda, así que puedo tomar el fresco si me viene en gana. Si me encuentran ya me inventaré alguna excusa.
Lástima que no haya conseguido averiguar mucho más que pueda serme de utilidad: sabemos que el agresor viste ropa normal, de calle, y que cada vez que atacó iba vestido de una forma distinta. Llevaba guantes, eso sí, y las víctimas lo describen cómo un hombre alto, de un metro ochenta más o menos y pelo oscuro. Todas coinciden en que no pudieron verle el rostro, que se veía cómo borroso, desdibujado.
Perturbador... Creo que me recuerda a alguna película pero no consigo situarla. Tampoco es que importe. Ésto es real, no una superproducción de Hollywood.

Rafa está algo preocupado, se lo he notado a través del móvil. Le he dicho que estuviese tranquilo, que no cometería ninguna locura. Que si veía que las cosas se complicaban siempre puedo salir corriendo. Además de fuerte soy rápido, y además casi no me canso. Me ha hecho prometerle que cuándo vuelva de mi patrulla nocturna le llame, sea la hora que sea.

He decidido salir a la calle vestido con ropa que llevo muy de vez en vez, así si alguien me vé le será difícil identificarme luego. Hay que ser previsor.
Un jersey de lana azul marino de cuello alto, la vieja y gruesa parca negra, unos tejanos desgastados y ajustados que abandonaron el negro por el gris hace años y las botas de motero con punta de hierro compondrán mi uniforme ésta noche. Si encuentro a mi presa completaré el "disfraz" con los guantes y el pasamontañas que llevo siempre que me escapo a hacer un pico a los Pirineos.
Aparte de la ropa sólo llevo un rollo de cinta de pintor, para atar al zumbado si consigo cogerlo. A partir de ahí que se encargue la policía, que para éso les pagan.

No tengo ni idea de cómo saldrán las cosas, y lo del "rostro borroso" me da mala espina aunque la ley de probabilidades indique que es imposible que haya otro tipo con poderes justo en el mismo pueblo dónde vivo.

El cielo empieza a oscurecerse.
Veremos que me depara la noche.

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