25 de abril de 2007

Reunión

Ayer quedé con Sara, Rafa y Xavier, para hablar de mis encuentros con Juan Blanco y Perro Negro. Sara me pasó a buscar por el trabajo y nos volvimos juntos desde Barcelona. Habíamos quedado con mis amigos en el Menta Negra.

Lo de quedar con ellos e involucrarlos aún más no sé hasta que punto será una buena idea. La pesadilla de la noche anterior aún sigue fresca en mi memoria, y tiene toda la pinta de ser una especie de sueño premonitorio o una advertencia, aunque también pudo ser algo más sencillo: la manisfestación subconsciente de mis miedos más profundos. El Dr. Freud tendría algo que añadir a éso, y casi con seguridad sería algo relacionado con algún tipo de abuso que debí padecer en mi infancia.
El caso es que la teoría de la premonición no se sostiene. Mis poderes son de otro tipo, así que he decidí aparcarla.
No podía guardarme todo aquello para mí, era demasiado grande. Además, ahora más que nunca necesito segundas, terceras, e incluso cuartas opiniones. Necesito ver la escena desde todos los ángulos posibles.

-Pues vaya lío -dijo Xavier cuando terminé de relatarles lo sucedido éstos últimos días. Sólo había dado dos sorbos a su zumo desde que había empezado la reunión, una hora antes.
-Es una decisión importante la que tienes entre manos -añadió Rafa, luchando por arrancar la etiqueta de su botella.
-Por éso os he reunido a todos hoy. No tengo ni puta idea de qué hacer. Cualquiera de los dos podría estar mintiendo.
-O los dos a la vez -murmuró Sara. Levanté la vista hacia ella frunciendo el ceño. No había contemplado aquella posibilidad.
-¿Y si te lo montas por tu cuenta? Yo creo que pasaría de los dos... Puede que tardes más en dominar tus poderes, pero eres un tío inteligente. No necesitas a un Morfeo.

Las palabras de Xavier habían dado en el clavo. Juan Blanco se me había aparecido en el momento adecuado, representando fielmente el papel de tutor. ¿Pero aquello dónde deja a Perro Negro? ¿Cuál es su papel? Lo único que tengo claro es que se conocen entre ellos, y que no son amigos precisamente.

Rafa habló de nuevo:
-Suponiendo que Perro Negro diga la verdad y que el viejo sólo quiera utilizarte cómo a un simple peón, ¿porqué no sacar provecho de ello?
Los tres le miramos en silencio, esperando a que continuara de exponer su idea. Él, sabiendo que había captado nuestra total atención, se lo tomó con calma. Dió un par de tragos a su Voll, se aclaró la garganta, y continuó allí dónde lo había dejado:
-És bien sencillo. Reúnete con él y aprende todo lo que puedas, a la vez que nos mantienes informados de todo. Alguno de nosotros se dará cuenta si algo cambia, si las cosas empiezan a torcerse o a oler mal. Cuando llegue ése momento te diremos: "hasta aquí, Daniel", y tú deberás hacernos caso -mi mejor amigo miró a Sara y a Xavier, y ellos asintieron. Luego los tres pares de ojos me miraron a mí con convencimiento -. Te pararemos a botellazos si hace falta -bromeó Rafa, suavizando algo la situación -, pero no cruzarás ésa línea invisible que puede llegar a convertirte en el Darth Vader del siglo XXI, éso tenlo por seguro.
Nos relajamos totalmente tras ésa última frase, riéndonos con ganas, y Xavier pudo al fín darle un tercer trago a su zumo.

-Una última cosa -dijo Rafa a los pocos minutos -, no le hables al viejo de Perro Negro. No la cagues en éso. Pase lo que pase, no le hables de él.
-Creo que puede leerme la mente, tío.
-Entonces no pienses en él cuando estés en su presencia.
-Piensa en mí, bobo, y en aquello que tanto te gusta que te haga... -añadió Sara, sonriendo picaronamente. Rafa y yo nos miramos, rojos los dos cómo tomates. Nos habíamos quedado sin palabras.
-¡Hablaba de los pastelitos de chocolate Cheddar, guarros!
Nos dió un ataque de risa que duró hasta que Xavier volvió del baño, que se quedó mirándonos sin entender nada. Luego añadió:
-¿Sabeis que eso de que Jesucristo fué el primer superhéroe de la historia ya lo había pensado yo hace años?
Las risas se convirtieron en carcajadas estentóreas, los estómagos empezaron a dolernos y las lágrimas caían imparables por nuestras mejillas. Xavier empezó a reirse también, supongo que por pura inercia.

No hay comentarios: